viernes, 28 de enero de 2011

MUCHA,MUCHA,MUCHA CALOR

Belén, en un principio parecía un pueblo fantasma como muchos otros por los que habíamos transitado. La sorpresa la tuvimos al ver la metamorfosis que sufría la población cuando se ponía el sol. La temperatura se tornaba agradable y eso permitía a la gente, salir de sus casas para poder refrescarse. Las terrazas tomaban vida, los barres se llenaban y la gente intentaba finalizar el día disfrutando de la noche. Nos sorprendió ver como la gente vivía en la sombra, nos recordaba mucho el país donde vivíamos. Aquí, la gente sale a cenar tarde y eso facilita que la fiesta no comience hasta bien entrada la madrugada. La gente del lugar era encantadora, su humildad y su trato con nosotros era exquisito. En el hostal Fredy, parecía que fuéramos uno mas de la familia, la relación con las personas que regentaban el lugar fue magnifica. La madre, Ariana y Gastón nos hicieron muy cómoda la estancia en el lugar. Parecía que estuviéramos como en casa ya que compartíamos mucho tiempo y espacios comunes con ellos. En principio íbamos a quedarnos un dia descansando en Belén pero al final resultaron cinco. Sobretodo disfrutamos mucho el día o mejor dicho la noche en que hubo el desfile de carrozas. Los jóvenes de la localidad se disfrazan y la gente del pueblo se implica mucho en el acontecimiento. Multitud de disfraces teñían las calles de colores. La competición fue reñida pero al final ganó la carroza que iba ambientada en los personajes de la película de Avatar. Particularmente me gustaron mas los disfraces de los payasos del Mc. Donals y el de un joven que iba vestido de tiburón.
 Después de disfrutar viendo el desfile de las carrozas nos fuimos de fiesta. Mas de mil personas se amontonaban en las carpas y nos pasaron las horas volando, hasta que de repente apareció el sol y se detuvo la música. La bebida que consumíamos ( Frené con cola ) no nos produjo resaca pero rápidamente notamos sus efectos en nuestros abstemios cuerpos. Su graduación era del 45% de alcohol, así que ya os podéis imaginar como subía. El día siguiente fue muy tranquilo, tocaba recuperarse de los días anteriores. Ademas teníamos que reservarnos para la noche del sábado donde se celebraba la fiesta de playa 2011. Esta fiesta es una de las mas famosas del lugar y la primera se había realizado hacia aproximadamente, un mes atrás, congregando aproximadamente unas 8000 personas. El acontecimiento se realizaba en el camping municipal y en esta segunda edición se reunieron aproximadamente unas 3000 personas. Como matiz, indicar que las mujeres de Belén eran preciosisimas. Quizás fuera sus rasgos raciales que presentaban. Caras morenas, bellísimas, con rasgos marcados y pelo largo, oscuro y liso como el de una gitana. Sus cuerpos estilizados con cinturas estrechas y caderas amplias competían con el brillo y la proporcionalidad de sus perfectas piernas. Los días de descanso pasaron demasiado rápido y por nuestra parte hubiéramos alargado nuestra estancia aunque sabíamos que no disponíamos de tanto tiempo. Por cierto para comer, se ha de visitar el restaurante 1900 que sin ninguna duda es el mejor de la localidad. Sus camareros son geniales, tienen un trato exquisito con el cliente y la carne, sobretodo el “ bifé de lomo” estaba para chuparse los dedos.
El día de partida, al dejar el hostal notaba como al principio me invadía una sensación de amargura la cual se apoderaba de mi. Volvíamos al acto cotidiano del pedaleo y esto implicaba la desaparición de las comodidades y el trato que habíamos disfrutado en los últimos días. En pocos kilómetros la mente se aisló y el pasado ya solo eran recuerdos. Solo se vive el presente, así que mi cabeza volvía a la realidad. Las piernas que ahora estaban descansadas, movían mas intensamente el giro de los platos. En pocas horas recorrimos 100 kilómetros hasta llegar a una población cercana a San Blas.
Antes de llegar a nuestro destino, la carretera estaba cortada en un cruce de caminos. El motivo del corte era la reivindicación que hacían los nativos de la zona en contra de las industrias mineras. Los manifestantes nos informaron de la problemática que había en diferentes departamentos. Las explotaciones mineras dedicadas a extraer oro, plata, cobre y diferentes minerales radiactivos, se llevaban a cabo a cielo abierto y estaban contaminando el agua del ecosistema produciendo la destrucción de los hábitats de la zona. Estas industrias, utilizan en sus praxis, para poder realizar la extracción del mineral, substancias como el cianuro y el ácido sulfúrico, así que ya os podéis imaginar lo que puede provocar su vertido al medio natural. Aquí en Argentina, las industrias de la minería mueven una gran cantidad de dinero. Esto ha creado que con parte de sus beneficios, se pueda comprar a nivel político, las influencias necesarias para poder gestionar las leyes a favor de dicha industria. La población harta de esos abusos intenta, con sus escasos medios, manifestarse y hacer todo lo posible para evitar que se contaminen los acuíferos.

La siguiente etapa era recorrer unos 120 km para llegar a Chilecito. La etapa se me hizo larga en sus últimos 70 km. El sol apretaba y la sensación de agobio era terrible. El sol de estas tierras es terrible, por eso la gente durante las horas de mas insolación desaparece e intentan matar el tiempo haciendo la siesta.
No había ningún lugar donde poder comprar bebida fresca. El liquido de los botellines estaba caliente y las sales que les añadimos, hacían que beber el liquido azucarado con la fuerte calor, fuera una acción bastante desagradable. Soñabas en una coca-cola helada y en una ducha fría para refrescar cuerpo y mente. Mientras circulábamos a pleno sol, reinaba el silencio que a veces era invadido por el sonido de las langostas. Estas hacían sonar sus chicharras ajenas, al insoportable calor. Al llegar a Chilecito, estaba seco como papel de fumar, así que fuimos rápidamente a saciar nuestra sed. El pueblo de 50.000 habitantes era grandecito y nos alojamos en un hostal a cuatro cuadras de la plaza. El pueblo aun conservaba rastros del paso del rally. El Dakar estuvo por allí recientemente y esto se notaba en infinidad de carteles donde aparecía el famoso dibujo del touareg. La noche fue tranquila aunque durante la madrugada, alguna que otra vez, escuché algún ritmo de música electrónica que nos recordaba que eran noches de verano.

Por la mañana me levanté con la garganta irritada, la fría bebida del día anterior había provocado que aparecieran mucosidades en mi laringe. Cada vez que bebía liquido, una sensación de irritación aparecía en mi cavidad. Compré cuatro limones para exprimir su jugo y mezclar lo con el agua de una de las botellas. Al primer trago, noté como el ácido del limón intentaba limpiar la zona afectada, aunque todo necesita un tiempo y seguir un proceso. Abandonamos Chilecito y nos dirigimos hacia el sur, para subir la cuesta Miranda de 2020 metros. Poco a poco la carretera se iba empinando, con largas rectas que obligan a mover el cambio. El sol se había despertado temprano y ya estaba jodiendo. Sin darnos cuenta en pocos minutos estábamos empapados en sudor. No corría nada de aire y antes de afrontar el ripio, paramos en una despensa a beber una coca. La verdad es que no tomé muchos sorbos ya que me daba miedo que la fría bebida me perjudicara aun mas la delicada garganta. Al cabo de 15 kilómetros de subida por asfalto, este desapareció y el ripio nos volvía acompañar. La subida no fue tan dura como esperaba. Supongo que rodar durante un mes por encima de los 4000 metros ha provocado la adaptación de nuestros mecanismos biológicos provocando un aumento del rendimiento de nuestro organismo. No seré tan necio para decir que fue fácil y no sudamos. Costó lo nuestro, sí, pero en ningún momento pasamos por situaciones de cansancio ni agotamiento. Durante el ascenso volvían aparecer en el paisaje, cactus gigantes y afloramientos de minerales de tonalidades rojizas. Íbamos siguiendo el curso del río Miranda, que aparecía en el fondo del barranco, el cual había estado escarbado de manera sinuosa por su cauce, a base de años. Al culminar la subida, como siempre aparece la deseada bajada. Fuimos bajando hasta encontrar un lugar donde refrescarse. La subidita y el calor nos pasaban factura.
Aun nos quedaban unos 60 km para llegar a Valle Unión, pueblo de 7000 habitantes. En los últimos kilómetros me quedé medio afónico, cada vez que intentaba beber, mi garganta me raspaba. Las sales calientes de la bebida tenían un efecto contrario al de paliar mi sed. Llegué al lugar con malas sensaciones, tenia tarea atrasada, solo quería beber algo que no me irritara y a la vez me hidratase. El agua con limón fue lo que mejor me fue, ya que entraba fácil y al no tener gas no me producía ninguna sensación de hinchazón. Ahora tocaba esperar que pudiera expectorar toda la mucosidad adherida a las paredes de mi garganta.
Al día siguiente continuamos rodando, pero el tiempo estaba complicado. El cielo intentaba sostener un manto de nubes, pero estas trataban de quitarse peso para poder escaparse del lugar aliándose con el viento. Mientras nos dirigimos a Guandacol, en una subida, observábamos como en el valle estaba cayendo una tormenta. Decidimos hacer una parada en el pueblo de Guandacol, el cual tenia 400 habitantes y la lluvia no había llegado. El lugar era tranquilísimo y nos hicimos amigos de los perros de la pensión. Uno de ellos era un dogo argentino. Tenia una mandíbula terriblemente fuerte pero era un buenazo. Solo quería jugar con nosotros y disfrutar del sabor de nuestras galletas. Pasamos el día tranquilo recuperando líquidos perdidos. Por la mañana siguiente después de desayunar nuestros bocadillos de mortadela con queso, nos encaminamos hacía Jachal .

 La lluvia del día anterior, nos dejaba huellas en los pequeños barrancos que cruzaban la carretera. Restos de escorrentía estaban apartados en los falsos arcenes. El asfalto se teñía de colores magentas, procedentes de las frágiles partículas que arrastraba el agua en su largo recorrido. Al llegar al cruce de Huaco nos desviamos de la ruta 40, debido a que esta ruta daba un largo rodeo para llegar al mismo destino. Tomamos la carretera número 491 para llegar a Jachal, aunque esta tenia una empinada cuesta, la distancia era mas corta.
Cuando llegamos a Jachal, el pueblo estaba desértico, era hora de máxima insolación. Solo encontramos gente en el bar del pueblo, donde había los típicos hombres que se ponen morados de cervezas, discutiendo e intentando arreglar los problemas que suceden en sus aparentes mundos. Nos enteramos que en el lugar se celebraba una competición de ciclismo profesional que duraba tres jornadas. En la plaza íbamos viendo ciclistas con sus vestidos de licra, los cuales estaban calentando las piernas antes del inicio de la prueba. También era gracioso ver al equipo logístico era característico. Un enjambre de motos acompañaba a los corredores con las ruedas de repuesto. La estancia fue muy linda ya que nos hospedamos en una pensión con un trato muy familiar. Los otros inquilinos eran como vecinos, así que hacía que todo fuera muy casero.
El día siguiente se presentaba complicado debido a la larga distancia a recorrer. Había 160 kilómetros hasta nuestro destino. El inconveniente era que entre ambas poblaciones no existía nada entre los dos puntos.
Largas rectas con pliegues de acordeón nos iban acompañando en todo el trayecto. El paisaje se iba repitiendo volviéndose monótono al paso de los kilómetros. Recorridos unos 100 km, encontramos una posta donde pudimos comer y beber liquido fresco. A partir de ese punto solo quedaba coronar un cerro y la posterior bajada nos llevaría hasta San Juan. Por ahora esta etapa ha sido la mas larga en distancia que habremos hecho, aunque no ha sido la mas dura. En la ciudad nos hospedamos en el hostel Argentina, el lugar estaba bien diseñado y tenia una gran piscina en su interior. Mientras estábamos adaptándonos al nuevo local, vimos como unos jóvenes montaban altavoces y unos equipos de Djs. Preguntamos y nos dijeron que por la noche habría una fiesta, era sabado. Solían hacer estas fiestas cada 15 días siempre que no hubieran alojados en el hostal familias con criaturas. Salimos a cenar y al regresar de la cena aun no había comenzado la fiesta. Aproveché para descansar pero al comenzar el jaleo estaba tan relajado en mis sueños que no me apetecía abandonarlos. El Chusma se fue a ver que pasaba y al cabo de un buen rato, supongo, me vino a buscar.

Me desperté y vi que estaba envuelto en sudor así que me duche y fuimos a ver la party. El ambiente estaba logrado, todo giraba alrededor de la piscina. Dos Djs se iban turnando y la música electrónica estaba acorde a mis gustos. Una tela porosa hacia de pantalla, donde se proyectaban una serie de secuencias visuales de formas abstractas y vivos colores que aportaban un toque de color al evento. La fiesta era privada, así que la puerta del local estaba cerrada. La hija de la dueña era la encargada de controlar la entrada de la gente en el recinto. El lugar se puso a rebosar y después de varias horas la birra se agotó. No contaban con la sed que traíamos y les rompimos los esquemas. Al día siguiente el complejo estaba patas arriba. La señora de la limpieza seguro que libra el domingo y nadie se hacia cargo de la limpieza del local. Era domingo y después de la pasada noche nos dedicamos a dormir hasta que el cuerpo se cansó. Los domingos, a veces son esa especie de días inútiles, pasándolos tumbados encima de la cama con la cabeza confusa, intentando recuperarse de los efectos de la noche anterior.

Nos quedaban 170 km antes de llegar a Mendoza así que decidimos afrontar la distancia en dos etapas. La primera fue bastante corta, unos 50 km, llegando a Medias Aguas. Lugar muy tranquilo aunque llegamos sudados por las temperaturas que se registraban. La temperatura rozó los 40 grados centigrados y esa noche fue muy larga. La temperatura nocturna no era agradable y nuestro cuerpo se dedicaba a sudar. Las sabanas se nos quedaban pegadas en nuestros poros y la piel comenzaba a irritarse. Era imposible conciliar un sueño. De vez en cuando me revolcaba intentando buscar la mejor posición para concebir el sueño, pero luego me despertaba por la sensación que me producía el descenso de las gotas de sudor bajando por mi espalda. En la habitación teníamos ventilador, pero sus aspas no tenían la suficiente fuerza para poder generar una potente corriente de aire que nos secara el sudor de nuestra piel. Por la mañana al salir de la habitación me fui a la calle donde la temperatura exterior era agradable. La casa parecía un horno, sus paredes  retenían el calor del día anterior y la falta de corrientes de aire hacían insoportable la estancia.
En la jornada, rodamos rápido gracias al asfalto aunque teníamos que ir vigilando con el paso de los camiones que nos pasaban bastante cerca. Pronto llegamos a Mendoza, ciudad de mas de un millón de habitantes.
Aquí pasaremos unos cuantos días, dedicados a descansar, reparar las bicicletas y recopilar información de la nueva ruta. De aquí unos días, me separaré de mi compañero, el cual se irá a Brasil con su novia Alba, a pasar el mes de febrero. Por mi parte tomaré la ruta 40 dirección Sur. Ahora afronto un nuevo reto, viajar solo hacia nuevos lugares. Esto solo representa la aparición de un pequeño cambio. La soledad, ira apareciendo al cabo de los días haciéndose aliada mía y de bien seguro, mantendré largas e interesantes conversaciones con ella. Destino próximo Ushuaia, distancia restante aproximada 3300 kilómetros, tiempo estimado dos meses. El trayecto se prevé duro pero a la vez interesante. Patagonia, la Tierra de Fuego debe ser un lugar increíble por los comentarios y fotos que he visto, ahora solo falta comprobarlo personalmente.

1 comentario:

  1. ja veig que la juerga os ha acompanyat en aquestes llargues nits d'estiu. suposo que així ha set més fàcil tornar a ciclar al cap d'uns dies de trencar la "monotonia". a disfrutar del que queda d'estiu!!!!

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